Cuarto día en Jordania: Petra y el viaje al corazón del desierto

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Irene Avila

Asesora de viajes personal y fundadora de Kiwaka Travel

Irene Avila de Kiwaka Travel viaje a Petra

Si hay un día que todos esperamos con ilusión cuando soñamos con Jordania, es este. Petra es uno de esos destinos que superan cualquier expectativa y que justifican, por sí solos, todo un viaje al país. Desde el momento en que uno se acerca a sus cañones de piedra rojiza, la sensación de estar a punto de vivir algo extraordinario comienza a crecer. Ya sea por su historia, por su arquitectura esculpida en la roca, por el aura de misterio que envuelve el lugar o por el simple hecho de saber que estás pisando un enclave que ha resistido el paso de los siglos, lo cierto es que recorrerla es una experiencia que se queda grabada en la memoria.

Petra: Un símbolo eterno del ingenio nabateo

Petra no solo es visualmente impactante, también es profundamente simbólica. Fue capital de los nabateos y una ciudad de comercio que conectaba culturas y continentes. Sus monumentos hablan del ingenio de una civilización que supo trabajar la roca y domesticar el desierto. Por eso, estar aquí no es solo visitar un sitio arqueológico: es entrar en contacto con una historia viva, donde cada paso y cada rincón tiene algo que contar.

Comenzamos el día con un buen desayuno en el Mövenpick Resort, justo frente a la entrada del recinto arqueológico. A primera hora accedimos al Siq, ese estrecho desfiladero natural que te envuelve durante más de un kilómetro hasta que, de pronto, se abre y aparece ante tus ojos el imponente Tesoro. Es imposible no emocionarse. A pesar de haberlo visto en fotos y películas, nada se compara a vivirlo en directo.

A partir de ahí, el recorrido por Petra es como un viaje en el tiempo. Caminamos entre templos, tumbas, columnas y fachadas monumentales. Visitamos las Tumbas de Colores, las Tumbas Reales y, para quienes se animaron a subir los más de 800 escalones, el Monasterio: una joya impresionante, aún más grande que el Tesoro, y con vistas alucinantes. Recomiendo llevar calzado cómodo, agua y algo de protección para el sol, porque el terreno es irregular y el sol de junio no da tregua.

Almorzamos en el restaurante Al Basin, dentro del propio recinto de Petra. La comida fue sencilla pero muy necesaria después de tantas horas caminando, y el lugar tiene una ubicación privilegiada entre ruinas y sombra.

Por la tarde, hicimos una visita técnica al hotel Petra Moon Luxury, una de las opciones más nuevas y modernas en la zona, ideal para quienes buscan algo diferente al clásico estilo local. Tiene una terraza con vistas preciosas y habitaciones muy bien equipadas.

La importancia de un buen guía 

Podríamos hablar de Petra durante horas y seguiría sin ser suficiente para transmitir todo lo que se siente al recorrerla. Pero hay algo que marcó la diferencia y convirtió esta visita en una experiencia inolvidable: nuestro guía. No solo nos explicó la historia con rigor, también la hizo cercana, viva y apasionante. Supo transportarnos a la época nabatea con sus relatos, nos ayudó a entender los símbolos, los detalles arquitectónicos y la vida cotidiana de aquel entonces. Más que un recorrido, fue una narración envolvente, donde cada parada se transformaba en una escena y cada monumento en un personaje.

Gracias a él, no solo entendimos la historia: aprendimos a amarla. Nos hizo ver Petra y toda Jordania, con ojos curiosos, como si fuésemos niños descubriendo un lugar escondido en el tiempo. Esa capacidad para emocionar, para conectar lo que vemos con lo que sentimos, es lo que convierte a un buen guía en el verdadero alma del viaje. Y esta experiencia no habría sido la misma sin esa mirada generosa que nos ofreció a cada paso.

Llegada a Wadi Rum

Tras la inspección, dejamos atrás Petra para dirigirnos hacia Wadi Rum, el desierto rojo de Jordania. El paisaje comienza a cambiar lentamente y la emoción por lo que vendrá al día siguiente se siente en el aire. Pero eso te lo contaré en el próximo capítulo.

¿Quieres incluir Petra y Wadi Rum en tu próximo viaje? En Kiwaka Travel lo organizamos para que vivas esta experiencia al detalle, con todo preparado para que vos solo tengas que dejarte llevar. Pide ya tu presupuesto.

Mis clientes dicen de mi:
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Irene Avila

Asesora de viajes personal desde hace ya 8 años, anteriormente trabajo en el sector de viajes durante 17 años asegurando medios a viajeros de todo el mundo. Apasionada por su trabajo viaja tanto como puede para conocer de primera mano los destinos que luego recomienda a sus clientes. Por ahora lleva visitados 20 países diferentes y sigue contando.

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